....y un monólogo sobre el optimismo bastante enriquecedor e interesante (pero que te deja demasiado pensativa), se han hecho las dos de la mañana.
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Estoy estos días como en pause. No sé si reir o llorar. No sé si estoy bien o mal. ¿Motivos? Quizá el más importante sea el familiar. También es por otro cambios: trabajo nuevo, gente nueva, adaptación, inicio de cursos, examemes de septiembre...demasiadas cosas nuevas de golpe. Pero el más importante sigue siendo en familiar.
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Es increible como una persona puede mostrar tantísima indeferencia. Sabemos que eso puede hacer mucho daño y si se tiene bastante fuerza como para ser constante en su uso, es una arma que puede llegar a herir más de la cuenta.
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Cambios sin sentido, cambios que le perjudican más que a nadie, cambios que la apartan de la realidad, cambios que trastornan lo que siempre ha habido. Cambios que duelen. Y demasiados cambios.
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Yo no puedo ir barajando más mis cartas hasta mostrar una jugada que le guste o en la que se decida a querer participar. La partida esta empezada, mis cartas sobre la mesa (y en su bandeja de correo electrónico) y cuando quiera, que use su turno.
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No podemos pretender que el mundo sea como queremos o como nos gustaría que fuera según el mundo que hayamos ideado en nuestras mentes. La realidad puede ser dura, pero sigue siendo una realidad que va a continuar estando ahí. O eres más consciente de lo que hay, de lo que tienes y de donde vienes, o en tu mundo de pretendidas perfecciones te vas a encontrar bastante sola.
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Y tras este brainstorming (siempre me ha hecho gracia esta palabra desde que la aprendimos en inglés del cole), y con un sabor bucal bastante desagradable por las cervezas, y sin nada de sueño por el café árabe, y con algo de nerviosismo por el examen del martes, y con calor, y con ganas de haberme quedado hasta más tarde en alguno de los bares de gracia estando simplemente sentada mirando a la gente, me despido hasta la próxima.
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Prometo menos desvaríos semi-incomprensibles.
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