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Cuando hacemos algo, lo hacemos pensando que esa vez es la de verdad, la buena, la que durará para siempre. Que no vas a querer cambiar por nada del mundo porque, ¡por fin!, has encontrado lo que te hace feliz. Te haces a la idea de que ya está, ya puedes dejar que lo demás siga pasando como si en ti el tiempo se parara, porque tú has encontrado tu sitio y te sientes bien por ello.
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De pronto, sin darte cuenta, el tiempo ha pasado y cuando reaccionas, te encuentras pensando lo mismo otra vez. Pero al mirar a tu alrededor, algo es diferente: ya no lo piensas sobre lo que hacías antes, ahora es otra cosa. Algo diferente.
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Cuando estamos bien, ¿por qué nos empeñamos en pensar que ya hemos llegado a la meta? Nos intentamos convencer de que no va a haber nada más por encima de lo que estás viviendo en ese momento, porque para ti, ahora, eso es el pico de la montaña. Un pico donde te niegas a mirar para arriba para no darte cuenta de que todavía hay montañas más altas…
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Al decir esto parezco una persona…no me sale la palabra: ¿con afán de superación? ¿Egoísta que siempre quiere más? ¿Inconformista? Y mi intención no es esa…Supongo que como en muchos otros post pretendo descubrir América intentado hacer un mediocre análisis sobre el comportamiento de las personas. Intento analizar algo absurdo como es que nos conformamos con lo que ahora nos hace felices, creyendo que ya lo has encontrado después de un largo camino con lo que ahora ves como intentos fallidos de felicidad. Te dejas llevar, haciendo y diciendo cosas que te hacen vulnerable porque piensas que es en ese momento cuando toca serlo y que esa será la última vez en que te muestres así. Después, te encuentras siendo igual de tonto en otra situación pero que te hace sentir igual o mejor que antes.
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Y no hay otra manera de ser, de ahí un poco lo absurdo de mi ida de la olla...No hay una manera de cambiar el hecho de que disfrutamos las cosas pensando que será lo máximo a lo que podemos aspirar, lo que podemos conseguir, para por un lado negarnos la posibilidad de poder llegar a ser más felices (más vale pájaro en mano que ciento volando), y por el otro lado, para disfrutar lo que en ese momento nos ocupa (si pensáramos constantemente que siempre hay algo mejor, sería demasiado frustrante).
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Solución: el conformismo de siempre apelando al archiconocido y sobeteado “carpe diem”. Pensar en el futuro y no aprovechar lo que tienes entre las manos no solo es que pienses en las cosas malas que puedan venir, en las consecuencias negativas y te prives de pasarlo bien ahora. Considero que pensar en que hay cosas mejores que lo que ahora se tiene, también es una derivación del “no-disfrute” del presente.
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El problema, como siempre también, es que veo dos posiciones válidas: la de acepto lo que tengo sin pensar que podría haber algo mejor para mí, para así disfrutar de lo que hay ahora y la de acepto lo que tengo porque no puedo llegar a más, pero no solo me conformo si no que sigo buscando para ver lo que puede haber mañana sin disfrutar totalmente del hoy.
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Fin de la “filosofación” de hoy.
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