lunes, 27 de octubre de 2008

En una país lejano...

Había una vez una personaja que por más que quería y se esforzaba, jamás conseguía hacer nada con tiempo: ni estudiar, ni trabajos, ni prepararse las cosas…Ella se lo proponía y se lo proponía, pero una fuerza interior más fuerte que cualquier propuesta que se hiciera, la arrastraba a hacer cosas banales y a ver interesante hasta el fregoteo de las patas de una mosca.
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El sentimiento de frustración aumentaba día tras días. Sabía que así no llegaría a ningún sitio y que algún día esa capacidad para posponer las cosas sin remordimientos, le traería consecuencias. Sin embargo, harta ya de luchar contra su propia naturaleza de perra, se paró a pensar y vio que a pesar de ir corriendo siempre, nunca había dejado de hacer las cosas. En mayor o menor medida, había llegado a todo sintiéndose satisfecha con el resultado y se planteó que quizás, el preparar algo con tiempo no le haría quitarse esa idea compartida por mucha gente de “podría haberlo hecho mejor”.
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Llegó a pensar incluso que, a falta de una vida llena de situaciones de riesgo, adrenalina y actividades fuertes, el dejarse las cosas para el último momento era lo más parecido a una vida excitante, a una vida al límite…Pensamiento que aparcó a un lado porque además de ser una soberana gilipollez, aun la frustró más…
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Después de tales reflexiones que la ayudaron a despejarse un poco y a sentirse mejor por exponerlas en tercera persona, (que siempre ayuda), continuó preparando ese trabajo que tenía que presentar a las 16.00h y para el que tan solo faltaban 4 horitas…
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