viernes, 31 de octubre de 2008

Mi perro se llamaba Carbón.

Por las mañanas cuando vengo al trabajo, suelo encontrarme a un señor paseando a su perro. El pobre, tiene medio costado pelado, cojea y a duras penas se puede rascar el cuello porque levantar la pata parece que le suponga un suplicio…Cuando veo perros así, me acuerdo del mío: un caniche negro llamado Carbón que ya estaba en casa cuando yo aparecí y que murió con 17 años...En realidad, lo que hicimos fue ayudarle a morir. Era una tortura para él bajar a la calle, casi no podía mover las patas de atrás y por las mañanas cuando se levantaba chillaba del dolor que tenía en los huesos. Me acuerdo de esas mañanas en las que me despertaba con sus quejidos, deseando que por favor se mejorara, que no le doliera tanto…A veces cuesta aceptar que la vida es así de jodida. Que un día estamos bien y al otro podemos estar viejos y doloridos.
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Cuando ya vimos que sus dolores, a pesar de todos los medicamentos que le diéramos, no iban a remitir y una vez nos concienciamos que todos sus males venían por su edad y que en ningún caso iba a mejorar, tomamos la decisión de llevarle al veterinario. Mi hermana fue la que lo llevó. Fue ella la que vio como le ponían la inyección y como poco a poco se iba apagando. Y fue ella la que recibió ese último especie de “gracias y hasta siempre” cuando él decidió tumbarse bajo la silla donde estaba mi hermana y dejarse llevar…
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Todavía me acuerdo de la despedida, de sus ojos, de su pelo negro y rizado…De su nariz negra, de cuando estabas sentada y ponía su cabeza entre tus piernas para que le rascaras el cuello, de cómo estiraba por la calle al pasearlo…De su cola pequeñita, que cuando movía con fuerza parecía que se le fuera a salir, de cómo lloraba cuando apretábamos un oso de goma que hacía ruido, de su mala leche con los niños por mi culpa por estirarle de los pelos cuando yo era pequeña...
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Todavía me acuerdo muchas veces de él y no puedo evitar emocionarme al hacerlo.

miércoles, 29 de octubre de 2008

No...

Nunca esperes nada de nadie. Las palabras se las lleva el viento y la mayoría de veces salen de la boca para quedar bien frente a la persona a la que se dirigen. Si no van acompañadas de hechos, se quedan en simples sonidos emitidos por quien tienes delante.
Palabras.
Pa-la-bras...
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¿Dónde está el interruptor para apagar todo durante un rato y dejar de pensar y pensar y pensar...?
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Vaya mierda.
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martes, 28 de octubre de 2008

Buenos días, (otra vez)

Suena el despertador. Después de apagarlo tres veces, me levanto, me lavo, pongo la radio, me visto, me peino, salgo de casa, “¡Hasta la noche!”. Espero al bus. Los mismos abuelos con los mismos niños yendo al mismo colegio. Idéntica conversación a la de ayer: “parece que ya empieza el frío, eh…”. Ya veo aparecer el bus, levanto la mano y se para. Nos subimos todos: “Hola, buenos días”. Caras dormidas, bostezos… ¡es muy pronto! Pico la parada, ya he llegado.
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Me bajo. Diez pasos hasta las escaleras del metro. Bajo esas escaleras eternas hasta lo que parece el centro de la tierra. Ahí está el vigilante de seguridad, que lo único que provoca con esa barriguilla y la cara de distraído que tiene es risa más que otra cosa. Espero al metro, dos minutos. Me da tiempo de quitarme la chaqueta y sacar un libro. Ah, fíjate, me da tiempo de empezar a leer un poco…Ya viene. Me levanto, me preparo al lado de la puerta. Mirada desafiante a la persona que como tú, espera al lado, en un intento de hacerle saber que, a falta de características especiales en su persona que le hagan merecedora de un asiento antes que tú, entrarás tú primera porque no piensas hacer todo el recorrido de pie.
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Vale, hay sitios vacíos, qué bien. Continúo leyendo. Sube gente, baja gente, sube gente, baja gente…Oigo sus cotilleos y me las quedo mirando: sus gestos, su expresión, su apariencia…Me han pillado…Y en un intento de mantener la intimidad en un sitio como el metro, bajan la voz creyéndose que ya no las oigo y pretendiendo hacerme entender que no me importa de lo que hablan. Y tienen razón. Sigo leyendo. Me pesan los párpados, tengo sueño… ¡Mi parada! Me levanto, preparo el dedo en el botón de la puerta sintiendo que así no pierdo el tiempo. Bajo del vagón…Cruzo esas puertas del metro que me gustan tan poco porque me dan la sensación de que se cerrarán conmigo en medio.
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Subo escaleras. Qué bien, aire fresco…Gente que no sabe dónde va y se para en medio de la salida en un intento de ubicarse en la calle. ¿Podéis ubicaros a un ladito sin molestar? Gracias. Camino dirección al trabajo.
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La misma gente: el quiosquero colocando cosas, los de seguridad de ese edificio tan alto fumando en la calle y mirando a la gente que entra como diciendo “cuidado, que estoy fumando pero te vigilo igual…”. Sigo adelante. La puerta del colegio: madres, niños hiperactivos a las 8 de la mañana, profesoras controlando la entrada…Los bomberos. ¡Mi alegría mañanera! Sentados en la entrada leyendo, fumando…Joder, ¿por qué fuma tanta gente? Más adelante, la gente de la plaza. Siempre los mismos: sentados en los bancos bebiendo cervezas, alguno durmiendo en el suelo y siempre esos carros llenos de sus pertenencias más preciadas que no dejan ni a sol ni a sombra.
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Ya he llegado: “Hola, bon día!”, “Bon día noia, qué tal?” Subo las escaleras, dejo mis cosas. “Hola, buenos días, qué sueño, ¿eh? Jejeje” Voy a por el cortado de turno. Esta máquina cada vez va peor, siempre se sale todo…Me siento, enciendo el ordenador. Muy bien. Empecemos.
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Buenos días.
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lunes, 27 de octubre de 2008

¡Pepito Grillo al aparato! (o cómo parecer bipolar y no morir en el intento...)

Anda va…¿ya vale, no? Ahora que tienes esa normalidad que querías, ¿sientes que la realidad te supera? No te aclaras, tía… Tus dudas chorras, tus miedos, inseguridades…Sí, sí, mujer, ya sé que esas cosas para cada uno son un mundo, ¡no te pongas así! Solo te digo que, claro…a ver, si era lo que querías…pff, bonita aquí las cosas que se desean después, ¡a apechugar, eh!
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Ajá…que te gusta…¿Mucho? Jajaja, perdona...no, no me rio de ti, solo que me hace gracia que lo tengas tan claro y luego te ralles tanto. Si además ya lo sé, ¿o qué te creías?. Llevas unos días muy feliz y esos nervios son las famosas mariposillas, que son indicadoras de algo, eso es obvio. Si me alegro mucho por ti, pero claro, tienes que disfrutarlo más, eh…No tengas tanto miedo de lo que pensará, bonita, hay que predicar con el ejemplo y tu siempre estás diciendo “actuemos como queramos, que son dos días, que no importan los demás…” ¿Ahora qué? Hablar es muy fácil, ¿verdad? Ja… ¿Qué? No, no…aunque solo tengas miedo de lo que pueda pensar esa persona en concreto, es miedo al fin y al cabo y te estás impidiendo a ti misma mostrarte del todo y sobretodo te estás impidiendo disfrutar, o sea que no me vengas con excusas.
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El no controlar te descoloca, ¿eh? ¿Pretendes evitar el hecho de que cuando tú vas, el otro ya ha ido y ha vuelto? Si estás bien tendrías que olvidar eso…Ah, ya…la famosa inseguridad de las narices. ¿Pero te quieres olvidar ya de eso? ¡El mundo no se ha confabulado para engañarte ni para putearte! Joder, tía…con la de tiempo que hacías que no pensabas así… Hay una cosa que se llama confianza, ¿la conoces? Te hace sentir bastante bien... Deberías probarla. Las cosas malas te pueden venir de cualquier lado, de cualquier persona en la que confíes e incluso de la que no confíes, osea que no te empecines en que solo esa persona va a poder hacerte daño.
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Todo tiene cosas buenas y malas y las buenas deberían ser las que tendrías que tener en cuenta, ¡sobretodo en este caso! ¿Vas a dejar de hacer algo por lo que en un futuro pueda pasar? ¡Es absurdo! ¿No lo ves? ¡¡Si ya vas así quédate en cada o hazte monja!!
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Qué tonta eres…sabes perfectamente que si no haces algo te van a afectar bastante todas esas ideas que te rondan por la cabeza, ¿a que sí? Claro que sí…Pues tú misma, niña estúpida. Sabes que cosas así no pasan todos los días y que precisamente por ser algo excepcional deberías aprovecharlo y disfrutarlo, en vez de pensar que por ser excepcional va a hacerte daño, vas a pasarlo mal…
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¿De dónde narices has sacado ese espíritu de sufridora? “Soy un tío, soy un tío…” ¿Te quieres convencer de que eres dura o algo? ¿Que las cosas no te afectan? ¿Quieres pasar por la vida sin mojarte en nada? Es más fácil eso, ¿verdad? Más fácil que dejarse llevar…Control, barreras, muros… ¡Mierdas!¡Eso son mierdas! Y serán lo único que te quede como sigas así…Vale, no te meto más bronca…Pero es que es verdad. Te da miedo dejarte llevar porque te sientes pequeñita y que no controlas.
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Pues así es la vida, bonita…o aceptas el juego o te vas casa sin nada. Tú decides…¡No, no! No te amenazo…pero sabes que tengo razón. ¡¡Vale!!Ya me voy, ya me voy…Pero piénsalo bien: si además de lo que ya tienes ahora, pudieras confiar del todo, estarías mejor, ¿verdad? Pues ya sabes. Carpe diem. ¿Lo intentamos, o qué?

En una país lejano...

Había una vez una personaja que por más que quería y se esforzaba, jamás conseguía hacer nada con tiempo: ni estudiar, ni trabajos, ni prepararse las cosas…Ella se lo proponía y se lo proponía, pero una fuerza interior más fuerte que cualquier propuesta que se hiciera, la arrastraba a hacer cosas banales y a ver interesante hasta el fregoteo de las patas de una mosca.
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El sentimiento de frustración aumentaba día tras días. Sabía que así no llegaría a ningún sitio y que algún día esa capacidad para posponer las cosas sin remordimientos, le traería consecuencias. Sin embargo, harta ya de luchar contra su propia naturaleza de perra, se paró a pensar y vio que a pesar de ir corriendo siempre, nunca había dejado de hacer las cosas. En mayor o menor medida, había llegado a todo sintiéndose satisfecha con el resultado y se planteó que quizás, el preparar algo con tiempo no le haría quitarse esa idea compartida por mucha gente de “podría haberlo hecho mejor”.
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Llegó a pensar incluso que, a falta de una vida llena de situaciones de riesgo, adrenalina y actividades fuertes, el dejarse las cosas para el último momento era lo más parecido a una vida excitante, a una vida al límite…Pensamiento que aparcó a un lado porque además de ser una soberana gilipollez, aun la frustró más…
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Después de tales reflexiones que la ayudaron a despejarse un poco y a sentirse mejor por exponerlas en tercera persona, (que siempre ayuda), continuó preparando ese trabajo que tenía que presentar a las 16.00h y para el que tan solo faltaban 4 horitas…
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viernes, 24 de octubre de 2008

(Ù_ú).....

OUCH!! (leer como si fuerais Homer Simpson)
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Jaque mate...
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jueves, 23 de octubre de 2008

¿Qué pensará de mí?

En ocasiones, cuando no queremos que los demás vean totalmente quienes somos, nos encargamos de acorazarnos bien de todo aquello que se espera de nosotros, de nuestro comportamiento, de nuestros actos… Nos encargamos bien de no destacar, no llamar la atención, pasar desapercibidos y evitar las mayores miradas posibles que nos tomamos en ocasiones, como si fueran miradas por encima del hombro o incluso desafiantes. A veces, al taparnos de esta manera con el “son lo que quieren que sea”, no nos damos cuenta que estamos haciendo daño a determinadas personas que también están dentro de los demás, pero que sin embargo se diferencian del resto en que les importamos.
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Saben que no somos esas personas inertes que muchas veces de cara a los desconocidos queremos ser. Saben que no siempre estamos bien, se paran a preguntarnos cómo nos encontramos, nos escuchan, comparten cosas…Y todo lo hacen sabiendo nuestros defectos y virtudes. Defectos y virtudes que hemos mostrado sin miedo a esas contadas personas que nos rodean y que al hacerlo, nos sentimos tan liberados y tranquilos.
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¿Por qué no podemos ser así con todo el mundo? Desconocidos, compañeros, vecinos… ¿Por qué tenemos tanto miedo al qué dirán? Hasta la persona más independiente, en el sentido de declarar abiertamente que la opinión de los demás no les afecta en lo más mínimo, tienen un “Pepito Grillo” interior que les hace tener la mosca detrás de la oreja en algunas ocasiones.
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Muchas veces nos escudamos en que la vida privada no es lo mismo que la pública y que por tanto nuestra actitud puede ser la misma. Esto no es sino otra autojustificación para nuestro doble juego.
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Las cosas serían mucho más fáciles si tuviéramos la total libertad de actuar como realmente desearíamos hacerlo. Comportarnos sin la limitación mental del miedo a la opinión o la crítica de la gente resultaría totalmente relajante y disfrutaríamos mucho más de cada cosa que hiciéramos y por supuesto, no nos arrepentiríamos de cosas que hemos dejado de hacer.
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No estoy hablando de un “hacer lo que me da la gana”. No soy para nada partidaria de esta corriente que se ha dado últimamente en la juventud que sube (espera, que habló la adulta…), porque creo que no tienen claro que la libertad de uno acaba donde empieza la del otro y eso implica unas nociones de respeto, saber estar y sociabilidad para saber adaptarse en diferentes contextos, que no tienen ni seguramente tendrán.
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Yo hace ya algunos años que he intentado forzarme a que eso que los demás pueden creer de mí, no me afecte. Vivimos en sociedad, en inevitable vernos afectados por alguna de las cosas negativas que ello implica, pero ante la imposibilidad de poder deshacerse de todas ellas, lo mejor es aprender a convivir y saber, que a pesar de lo que piensen, tu vida es tuya y al final quien tiene que estar cómodo contigo eres tú, no lo demás que lo único que harán será compartir momentos, días o años de tu vida.
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Lo mejor que se puede hacer es intentar estar lo más agusto y seguro posible de uno mismo, ya que de esa forma no solo los demás estarán bien sino que tú serás el primero en estarlo.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Claro...


...que te podría decir "un poco", pero sería demasiado...Todo ha sido tan deprisa, tan sin pensar, una cosa detrás de otra...que para esto me gustaría parar y pensar.

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Mucha confianza en poco tiempo y casi sin darme cuenta.

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No quiero que se estropee.

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"Cada cosa que uno de los amantes hace por su pareja debe ser devuelta por el otro. Beso por beso, caricia por caricia, golpe por golpe".
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-kama-sutra-
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"Os quiero mucho..."

Mientras cenaba estaba viendo Gran Hermano (sí, para desconectar de todo un día fuera de casa y mientras cenas sin querer pensar en nada, es lo mejor), justo he pillado la expulsión de dos y la selección de uno para que entrase en la casa "buena" (quien lo haya visto sabe de lo que hablo). El "elegido por la audiencia" ha empezado a decirle a los expulsados que los quería mucho, (entre líneas podía leerse "joderos, que me han escogido a mi", pero ese es otro tema...)
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El caso es que me he quedado sorprendida de la facilidad que tiene la gente para decir "te quiero" y ya no solo hablo de estos programas, sino de la vida en general. Confundir el cariño con ese otro sentimiento creo que lo único que provoca es que la persona se autoengañe y como consecuencia, se lleve batacazos más gordos. Sin mencionar por supuesto lo que se puede generar en la otra persona al decirle algo que en realidad no es verdad, sino que es una simple confusión de sentimientos.
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Para mí "querer" es necesidad de la persona querida. Ya no hablo solo a nivel de relaciones, sino a todos los niveles en los que puedes querer a alguien: amigos, familia...En todos estos ámbitos la "necesidad" es diferente: necesidad del amigo que me aporta confianza, necesidad de la familia que me aporta calor o necesidad de la pareja que me aporta seguridad. Valores todos ellos que, quien me conozca o que vaya leyendo este blog, sabe que les doy mucho valor.
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Es quizás una demostración de debilidad, fragilidad...una forma de quedarse desnuda ante la persona a la que le dices esas palabras: "eh, que te quiero, tienes mis sentimientos en tus manos!" Y para ello necesito una base de confianza, (tema bastante repetido estos días), del calibre mil millones, por lo menos.
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Todo esto por el pringao ese que ha dicho que "quiere" a dos personas a las que lleva viendo apenas dos meses...¡Si es que quien no filosofea es porque no quiere...!
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Lo dicho... que os quiero mucho!
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martes, 21 de octubre de 2008

Cosas que pienso...


A oscuras mis miedos se disipan, quizás porque creo que nadie me ve si yo no puedo verles a ellos y eso me libera. Las medias luces, los tonos azules y grises me hacen sentir bien.
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En esa penumbra he descubierto cosas que me han sorprendido. Me ha servido para conocerme y ver que aun tengo muchos miedos y vergüenzas. Muchos "muros mentales" que todavía me frenan pero que gracias a ti quiero ir tirando ladrillo a ladrillo.
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En esa falta de luz he aprendido que siempre hay algo que te conecta a alguien sin saber cómo ni por cuánto tiempo, pero que sabes que tienes que aprovechar al máximo esa oportunidad que se te ha presentado.
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Ese algo me hace ver que en estos momentos quiero que seas esa pequeña luz en la oscuridad que me ayude a ir conociendome. Y sobretodo a ir conociendote.
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lunes, 20 de octubre de 2008

¡Decídete!


Hay veces en que te paras para ver qué es lo que estás haciendo, qué has hecho para llegar hasta donde estás. Te asombras de los cambios que has tenido, de tu actitud ante ellos y de la forma en que vas haciendo tuyos esos cambios, en que los vas interiorizando.
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Nunca sabemos si lo que estamos haciendo nos va a ir bien del todo. Solo podemos fiarnos de la sensación que esa situación genera en nosotros y confiar en que si nos hace estar bien, es porque no puede ser malo…Pero confiar en lo que percibimos a través de los sentidos es demasiado inestable. Si ya no podemos fiarnos de las palabras porque “se las lleva el viento”, ¿quién lo va a hacer de un pensamiento, una corazonada o como se le quiera llamar?
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Hechos. Necesito hechos, actos, algo más cercano a lo material y más lejos de lo abstracto de un simple “creo que…”
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Creía que no quería, pero necesito confiar a pesar de las consecuencias...
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jueves, 16 de octubre de 2008

Pensamientos internos

Cof-cof (aclaramiento de garganta). Allá voy:
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ifkmcjihcimlaxkfmjciouxmjdk,fopñ
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Y tal.
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domingo, 12 de octubre de 2008

Confianza

"La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo."
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Actitud ante un futuro que depende de la acción de otra persona. Buf, demasiado poco fiable, inestable.
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Confiar en alguien no es tan fácil. Para mí supone el dejar toda mi tranquilidad (espiritual?) en manos de otra persona, perder el miedo a quedar en ridículo, sentir tranquilidad por saber que hay alguien al lado tuyo a la que le importas (aunque sea mínimamente), poder hablar con libertad, saber que no te van a juzgar... y esa es mucha apuesta a una sola jugada.
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Conseguir, como pone más arriba, no inquietarse por el "no-control" sobre el otro es difícil para mí. Esa "no-inquietud" en mi caso, afortunadamente, lo tengo en mi ámbito familiar más reducido, sin embargo, contadas han sido las veces en las que lo he encontrado fuera, precisamente por el grado de ficultad que me supone.
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Mirando por ahí, he leído que la desconfianza supone estar preocupado por la lealtad o fidelidad de los amigos o conocidos, analizando cada uno de sus actos en busca de pruebas de intenciones hostiles. Continúa diciendo que las personas así son incapaces de olvidar, contraatacan con rapidez ante lo negativo que perciban. A los hechos más inocentes pueden darle un significado oculto y suelen mostrarse irónicos.
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Me he sentido bastante identificada y me ha dado mal rollo...pero, ¿confío y me arriesgo a darme un batacazo sin posibilidad después de autorepresalias porque sabía donde me metía, o sigo en mi línea?
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Aaaj...!

Todo tiene un final....¿no?

Aquello que empezó con un "Los japoneses son seres superiores...", caducaba al cabo de un año, siete meses y diez días.
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Es bonito como las personas empezamos las cosas ignorantes de que en algún momento vamos a ver el cartelito de "The End", (en blanco y negro a poder ser para que sea más auténtico...) La verdad es que no sé si las empezamos ignorantes de su final o queriendo ignorar que aquello tendrá un final, para así intentar disfrutar más de cada momento, de cada situación. Lo del "carpe diem", ya se sabe.
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La verdad que es un pensamiento un poco catastrófico: "todo acabaráaaa, nada duraaaa...!" (leer con voz de ultratumba), pero es mi pensamiento y me ayuda a ser más consciente de la realidad, a no ilusionarme demasiado, a mantener la distancia en la medida de lo posible para intentar evitar así golpetazos innecesarios.
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Tener esta idea en la cabeza puede suponer quizás, ir ya bastante sugestionada, sin ambargo, ni esa idea ni la posible sugestión que pueda provocarme, impide que disfrute de determinadas situaciónes con fecha de caducidad. Me costará igual un poco más, pero lo acabo consiguiendo.
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Hasta siempre, entonces....
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domingo, 5 de octubre de 2008

Pensamientos domingueros

Fin de semana envidiable: costipado importante, dos veces a urgencias (por mi abuela y por mi pareja), ahora tengo dolor de espalda, tengo una tos que parezco un perro, una voz nasal sexy mil...Realmente después de una larga semana con sus cinco largos días, ocupados por la mañana y por la tarde y llegando a casa casi a las 22 todos los días, este fin de semana es de lo mejorcito que me ha podido pasar. He desconectado, me he despejado, sí, sí...[ironía mil].
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En fin. Aunque siempre hay un lado bueno, o una lucecita que te hace estar un poco mejor, o...bueno, nosé. Que soy un poco chico para estas cursiladas... xD
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Me voy a ver si me pongo un jersey o algo que tengo fresquito.
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jueves, 2 de octubre de 2008

"Estacione cuando le sea posible..."

Ni el primer beso, ni seletividad, ni empezar la universidad, ni perder la virginidad, ni una exposición frente 40 personas...nada de lo que creía me había causado tanto nervios como hacer el examen de conducir. El puto examen de conducir. El maldito examen que he suspendido por cambiar muy pronto las marchas....En fin.
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Por la mañana estaba muy nerviosa, menos mal que la gente con la que me ha tocado hacerlo era muy maja y hemos estado hablando y riendonos todo el rato, lo que me ha ayudado a relajarme muchísmo.
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Bueno, no sé...estoy como un poco "out" a la vez que cabreada conmigo misma. Me doy un día para volver a estar normal y empezar a hacer las prácticas obligatorias que te exigen para examinarte una segunda vez.
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Me voy a dormir y mañana será otro día. Besos.
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